Será ordenado sacerdote el próximo sábado, 24 de septiembre, a las 11:00 horas, en la Parroquia Niño Jesús de Yecla
Tiempo de lectura: 3’
Actualizado 16:07
“Yecla es una ciudad muy mariana y el amor a María sí que me lo inculcaron desde bien pequeño, aunque en ningún momento creí que mi vida estaría tan unida a la Madre, ni me había planteado lo del sacerdocio”, con estas palabras se expresa Brian, que será ordenado sacerdote el próximo sábado, 24 de septiembre. Considera que su vocación se ha ido fraguando “a fuego lento” y en su infancia no se imaginaba en el futuro con una vida vinculada a la Iglesia, ya que con su familia solo participaba en los sacramentos tales como bautizos, bodas o comuniones.
Indica que conforme crecía iba buscando su felicidad en las cosas del mundo, en las amistades y en la diversión. En el instituto, un sacerdote le propuso hacer la catequesis de Confirmación, pero él pensó en un primer momento que eso “no servía para nada”. Aun así, animado por sus amigos, decidió apuntarse. “Este fue el momento en el que empecé a descubrir a Jesucristo y lo que el Señor quería para mi vida”, destaca Brian. Comenzó a involucrarse en las diferentes actividades organizadas por la parroquia y se dio cuenta de que era compatible pasarlo bien y seguir a Jesús: “Desde entonces, empecé a participar en los sacramentos y a ordenar mi vida orientada a Cristo”.
Brian cambió su día a día para llevar una vida cristiana poniendo a Jesús en el centro con la oración diaria, asistiendo a la Misa dominical, a las catequesis y con dirección espiritual. De esta forma también fue descubriendo la figura del sacerdote, que hasta ahora había estado lejos de su vida. Pudo ver de cerca su ejemplo y testimonio, y se cuestionaba el porqué de esa vida entregada, al igual que la de los tres seminaristas de Yecla a los que también conoció en ese tiempo. Recuerda Brian que en el silencio de la oración se iba planteando la pregunta “¿Por qué no? ¿Por qué no ser sacerdote?”, aunque reconoce que le daba “mucho miedo el entregar la vida de esa manera”. Dar ese paso le costaba bastante y, “en lugar de confiar en el Señor y avanzar”, retrocedió y se cerró a esa llamada alejándose de Dios.
“Señor, dame cosas claras, que yo vea claramente”
Tuvo que pasar el tiempo suficiente para que pudiera darse cuenta de que “no era feliz así”, lejos de Jesucristo. Lentamente, paso a paso, regresó a la Iglesia, a ponerse delante del Señor, a retomar la oración, y volvió a surgir la cuestión de entregarse desde el sacerdocio. “Señor, dame cosas claras, que yo vea claramente”, pedía en su oración. En la ordenación de uno de los seminaristas yeclanos, el rector del seminario, al que Brian no conocía, le preguntó acerca de su vocación: “¿Alguna vez te has planteado ser sacerdote?”. Para Brian esta fue la señal que estaba esperando, la que le dejó claro que el Señor le llamaba al sacerdocio.
“Es la Virgen quien guarda y custodia mi vocación”
En el seminario ha vivido momentos felices y otros más complicados, “un tiempo hermoso de preparación con otras personas que también se están entregando al Señor”. De estos años de formación y convivencia destaca “el rezar juntos, compartiendo y viviendo momentos de fe en comunidad cada día y, por supuesto, el amor a la Virgen”. Echando la vista atrás, se da cuenta de que en todas las etapas de su vida la Virgen María ha estado junto a él, ayudándole a seguir adelante: “Es la Virgen quien guarda y custodia mi vocación”. Recuerda con especial cariño el día en el que se consagró a Santa María Reina de los Corazones. Al ser el más pequeño del curso, fue el encargado de introducir en el corazón de la Señora los nombres de todos los compañeros de primero: “Fue un momento muy bonito, de entrega a la Virgen, el día en que le dije “Madre, aquí estoy siguiendo aquello que tu Hijo me va pidiendo”.